Dejo sobre ustedes mi amor y bendición, que puedan deleitarse en la palabra del Señor y poner en práctica Sus enseñanzas en su vida personal.
Tendemos una mano de amor a los demás porque es lo que nuestro Salvador nos mandó que hiciéramos.
Si hay algo en su vida que deban considerar, ahora es el momento.
La magnitud de nuestra felicidad eterna depende de que elijamos al Dios viviente y nos unamos a Él en Su obra.
¿Quieres ser sano?
Que tomemos fielmente sobre nosotros el nombre de Jesucristo, al ver como Él ve, servir como Él sirvió y confiar en que Su gracia es suficiente.
Todos tenemos el potencial de llegar a ser como el Padre. Para ello, debemos adorar al Padre en el nombre del Hijo.
El Salvador está poniendo Su nombre en el corazón de ustedes; y ustedes sienten el amor puro de Cristo por otras personas y por sí mismos.
Jesús nos mandó llamar a la Iglesia por Su nombre porque esta es Su Iglesia, llena de Su poder.
En el crisol de las pruebas terrenales, pacientemente avancen, y el poder sanador del Salvador les brindará luz, comprensión, paz y esperanza.
Estamos congregando a Israel por última vez y lo estamos haciendo con el Libro de Mormón, una de las herramientas de conversión más poderosas.
Testifico de la tranquilidad que les brindará al alma la reconciliación con Dios y con los demás si somos lo suficientemente mansos y valientes para procurarla.
Espero que aquellas personas a las que ministran los vean como un amigo y se den cuenta de que en ustedes tienen a un campeón y un confidente.
Testifico que la visión que el presidente Joseph F. Smith recibió es verdadera. Doy testimonio de que toda persona puede llegar a saber que es verdadera.
Les extiendo una súplica profética a ustedes, las mujeres de la Iglesia, para que den forma al futuro ayudando a recoger al Israel disperso.
El gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial les explica quiénes son y el propósito de su vida.
El Salvador es su ejemplo perfecto del importante papel que ustedes tendrán en Su iniciativa de dar un mayor énfasis en el aprendizaje del Evangelio en el hogar.
Le hemos prometido a nuestro Padre Celestial que le serviremos a Él y a los demás con amor y que haremos Su voluntad en todas las cosas.
El descontento divino nos puede llevar a actuar con fe, seguir las invitaciones del Salvador de hacer el bien y darle nuestra vida a Él con humildad.
Saber el quién y el porqué de nuestro servicio a los demás nos ayuda a entender que la manifestación más elevada de amor es la devoción a Dios.