La belleza es la encarnación de lo divino en lo sensible. Este misterio lo puede contemplar quien tiene una mirada reconciliada con la vida y consigo mismo, quien se deja habitar por la grandeza y no por la bajeza de sus instintos
La gratitud no cambia las circunstancias difíciles de la vida pero, nos ayuda a mantener la consciencia del que el bien continúa fluyendo
Solo el alma que presta atención a lo invisible está lista y disponible para amar. Lo esencial es invisible a los ojos pero, no al corazón
Cuidar el cuerpo, escuchar lo que tiene para decirnos es una forma de presencia y atención encarnada
El alma se nutre de aquello a lo que presta atención
El silencio es un reclamo del alma que no se resigna a una vida sumida en la distracción
Cuando miramos de verdad al otro, él se convierte en sacramento del Misterio
Recuperar la atención es un modo de volver a lo esencial, donde el alma se siente mirada y amada
Sin discernimiento interior, la comunicación digital puede convertirse en distracción y vaciamiento interior
En el silencio aprendemos a habitarnos y a ser nosotros mismos
El alma se revela y comunica donde hay atención
Dónde falta atención el alma sufre y se encierra en sí misma
Así, como logramos ver la fragmentación del eros también podemos ver el camino que lo reconstruye
Para alcanzar su verdadera grandeza el eros necesita reconciliarse con Dios
Permanecer en el amor es la única forma de experimentar que la vida es fructífera
El eros no nos aleja de Dios, sino que nos acerca.
El amor verdadero sirve
El amor auténtico construye puentes, no levanta muros
El alma se nutre de lo profundo y agoniza en la superficial