El enojo que guardás no daña al otro... te daña a vos. Liberate del rencor y abrazá el perdón que sana.
No se puede servir a dos señores. Jesús te invita a una libertad que el dinero nunca podrá comprar.
Lo que no podés dar, te posee. Descubrí el poder liberador de dar y cómo tu generosidad refleja dónde está tu corazón.
¿Vivís atrapado en la ansiedad? Jesús te recuerda: no tenés que controlarlo todo, solo confiar en quien sí lo hace.
No necesitás cambiar el mundo, solo tu mundo. Con un gesto de compasión podés marcar una vida. ¿A quién vas a mirar hoy?
Dios no es indiferente. Él escucha, responde y da. Si sabés pedir, también sabrás recibir lo mejor del Padre.
¿Sentís que las circunstancias te dominan? Cambiar tu relato puede liberar tu vida. Jesús tiene una nueva historia para vos.
¿Aburrido de tu rutina? Lo que necesitás no es más diversión, sino un propósito que encienda tu alma. Jesús lo tiene.
Vivir excusándose debilita tu vida. Jesús te llama a una vida simple y firme: que tu "sí" sea sí.
El primer paso para experimentar a Dios es admitir cuánto lo necesitamos. El Reino pertenece a los que se rinden.
¿Te sentís marcado por lo que hiciste o por lo que otros dicen de vos? Jesús no te rechaza. Él te toca... y te limpia.
¿Tenés una relación diaria con el Espíritu Santo? Descubrí cómo vivir una fe guiada, íntima y viva junto al mejor aliado.
No hay muchas formas de ser espiritual. Hay una sola que da vida: cuando Jesús entra en tu alma. ¿Ya naciste de nuevo?
¿Por qué no lográs cambiar aunque lo intentes? Quizás el problema no está afuera, sino dentro. Es hora de limpiar el corazón.
Tu vida espiritual necesita un lugar especial. Descubrí por qué un “cuarto de oración” puede transformar tu relación con Dios.
Lo bueno que hacés en secreto no pasa desapercibido. Dios ve tu corazón y te recompensará en lo oculto.
Aun los más señalados tienen esperanza. Jesús no solo ve más allá del estigma… él toca, sana y restaura.
¿Mostrás tu fe para ser visto o para conectarte con Dios? Descubrí la recompensa de lo secreto: una fe auténtica, sin espectáculo.
Tu vida no va en dirección a tus deseos, sino a tus hábitos. Lo que practicás todos los días habla más fuerte que lo que decís creer.
¿Querés hablar con Dios? No mires al cielo: mirá dentro tuyo. Su Espíritu vive en vos y quiere hablarte hoy. Aprendé a escucharlo.