
En este capítulo hablo de la creatividad como una forma de ser, más que como una habilidad o un talento reservado para algunos. Inspirada en la visión de Rick Rubin, exploro la idea de que todos somos canales de una fuente creativa universal que se expresa a través de nosotros.
He aprendido que vivir creativamente implica abrirse, observar con atención, conectar con el misterio y aceptar la duda y la imperfección como parte del proceso. Entendí que la creatividad no surge del control, sino de la fe, la paciencia y la disposición a jugar, a experimentar y a permitir que lo desconocido nos transforme.