
Escribir como se habla: juntar dos verbos con múltiples interpretaciones en este enunciado suena capsioso, pero debemos asimilar que esas son dos acciones que todos realizamos. Las formalidades de la escritura nos preceden y moldean las expectativas de la producción literaria, pero parece ajena al lenguaje "en uso", en el que todos aportamos y somos partícipes. Las jergas, los coloquialismos, las onomatopeyas, los juegos de las sintáctica y pragmática es el diario de la expresión humana; mantenernos en el concepto arcaico de libros poco entendibles y altamente complejos solo encasillan a la literatura como rígida, antigua y aburrida. Escribir como se habla muestra que lo contemporáneo no es reacio y que sí cabe dentro de nuestros archivos lingüísticos. Un texto con una imagen clara da más cabida a la interpretación, un texto confuso es una práctica disciplinaria e histórica. La solución no es deshacernos de ninguna sino darle paso al concepto básico de aceptación al cambio. Nosotros hablamos y escribimos, nosotros cambiamos, la literatura cambia, la literatura se habla y se escribe.