
El futuro se espera, se vive y se normaliza. Mucho se aborda con esta palabra: cosas buenas, cosas malas o -simplemente- cosas. Quienes lo esperan con ansias suelen chocarse contra un muro, quienes no lo esperan solo se decepcionan. No es malo con todos. Quienes agradecen dicho futuro, tendrán su motivo. Algo es claro, de él no se puede huir. No es el destino ni una casualidad ni suerte; es un hecho, por el que todos estamos obligados a pasar, no importar si es infante o anciano o si hablamos de un futuro de cien años o cinco o de mañana o de unas pocas horas o justo después de leer este apartado.