
De entre los muertos, resulta una novela regular, Hitchcock inspiradísimo, construye a partir de ella, una de las mejores películas de la historia. Resulta casi imposible que una gran obra literaria dé lugar a una gran película. Aquí eso se confirma: sobre una obra débil, el cineasta es más libre y vuela, pese a su precaria relación freudiana. Sólo algo más, el título de la novela le iría mejor a la película, el vértigo, Síndrome Ménière, responde a un mareo interior, no al vacío.