
Ya en el ágora la juventud era un tema, la representación de la belleza es joven. Se le puede preguntar por ello a Visconti, a Miguel Ángel, a Thomas Mann y a Vivaldi, entre otros; a la tan nombrada fuente de la juventud. Aquí, en el análisis de la novela de Nabokov y sus versiones cinematográficas, se trata de la melancolía, de la imposibilidad de apresar el tiempo, de detenerlo. Porque como decía uno de los inefables Les Luthiers, todo tiempo pasado fue anterior.
La novela pertenece a un escritor ruso exiliado, una huida a Estados Unidos; él describe la fascinación de un hombre mayor por una adolescente (¿se referiría a su relación con USA?, tal vez ...). La novela es buena y/o
escandalizante, según cuando se la haya leído. Por supuesto la niña es caprichosa y tiene los pies sucios; y él es un profesor atildado y serio. La joven quiere soñar y él no se anima -en principio.
Nos encontramos con una versión correcta del gran Stanley Kubrick y una pasable del mediocre Adrian Lyne. El tema sigue siendo el tiempo: no son lo mismo los pacatos 60 que los desaforados 90; la actitud de lolitas y señores, va cambiando, siendo mas notorio en ellas. Baby Doll, del genial Elia Kazan es un ejemplo. La moral decanta en moralina. La imagen del profesor derritiéndose ante el maravilloso Tadzio nos recuerda que lo bello es una promesa de felicidad.