
A Simón Mesa Soto se le ve con la tranquilidad y la confianza de un habitual de Cannes. Sus tres previos trabajos se han presentado acá y regresó a la Riviera con el mismo afán artístico con el que ganó la Palma de Oro en 2014 por su corto Leidi. Pero esta vez, quizá con una historia más suya que nunca. Una historia que, según él mismo confesó, nace de una pregunta íntima: ¿y si fracasé como artista?