
¿Hay veces en las que sentís que serle fiel a Dios se vuelve difícil en medio de una generación que todo el tiempo nos insta a ceder, a diluir, a relativizar? Días en los que te preguntás si vale la pena mantenerse firme… entonces este episodio es para vos.
Hoy te invito a que juntos nos detengamos a mirar la historia casi silenciosa de los hijos de Sadoc: un remanente que no se vendió, que no se mezcló, y por eso fue recompensado por Dios con el privilegio más grande de todos… ministrar Su presencia en el Reino Venidero.