
Hasta el 2015, la selección chilena había vivido de todo: alegrías, penas, triunfos inolvidables y derrotas dolorosas. Pero había una cuenta pendiente que dolía más que todas: la Copa América.
La eliminación en el Mundial de Brasil 2014 no fue el final, sino el impulso definitivo. Fue el punto de quiebre que encendió el fuego de una generación decidida a cambiar la historia. Así comenzó el camino hacia un grito que por fin se haría realidad: ¡CAMPEONES, NO FINALISTAS!