Los desafíos comienzan a tener estragos en cada uno, los miedos, preocupaciones y crisis toman un rol importante en esta nueva etapa, mientras que otros conceptos trabajados empiezan a quedar en segundo y tercer término correspondiente, alejarnos de una realidad o propósito para empezar a volver a caer en el mismo punto del inicio.
Los secretos nunca reinan en el silencio, pero los estragos comenzarán si no hay un punto que les pueda decir un alto final; podría ser el comienzo de un fin sin rumbo, pero si así no quiere ser, la gran pregunta es: ¿quién lo hará?
El círculo es tan vicioso que se vuelve prácticamente en la necesidad tan implícita del día a día, pues para conseguir algo tenemos como puntos claves ciertos conocimientos que son vitales para llegar lo que queremos conseguir, nos volvemos en ese círculo aguardiente donde se repite una y otra vez. Tan útil nos ha hecho que siempre cuando pasa algo, optamos por ir en ese círculo olvidándolo y simplemente poniéndolo en práctica, pudiendo resultar para algo bien o para algo mal, pero eso dependerá de cada uno y en la forma de cómo realizamos las cosas.
La velocidad de la luz y del tiempo no son medidos, a lo largo del proceso siempre ha tenido inconvenientes, resugiendo nuevos planes hasta el final del camino, los actos son provenientes de malas deciones pero no es perfecto todo sino tiene que ser imperfecto.
Ante la desesperación, la intriga y muchos sentimientos involucrados están a punto de cambiar, el inicio del final puede estar más cerca de lo inusual, podría ser la razón de muchas situaciones relacionadas a nuestro día a día.
Bajo ciertas circunstancias estamos decididos a tomar decisiones sin tener en cuenta cuales pueden ser sus consecuencias, generalmente dejamos fluir las situaciones y que poco a poco lleguen a nuestras vidas, como si nada pasara, pero otras ocasiones, no dejamos de pensarlo hasta que no pase algo; ya se para algo bueno, o malo.
No estamos atados a vivir bajo preocupaciones y mucho menos para estar preparados en su totalidad, pues nadie se salva de algo inesperado, se tiene que actuar de inmediato, nuestra mente tiene en claro algunas cosas, pero en realidad no sabe nada, solo actúa para ese preciso momento. Cada vez nos encontramos bajo esa misma estrella de que nos pueda guiar, seguir con el camino que creemos adecuado pero nuestra realidad es que al final del día solo tenemos 3 reacciones que nunca pasarán al olvido: vivir, actuar o rendirse.
Lo esperado es soñado y realizado, lo vivido es recordado y anhelado. El círculo nunca tiene un límite de lo que queremos, solo se tiene que repetir, tampoco tiene que es idéntico porque no tiene el mismo resultado, cuando menos lo esperas, el pasado toma vida, los recuerdos son cada vez constantes hasta llegar a la mente de estar ahí. Mientras que el presente y futuro avanzan, solo uno de ellos logra hacerlo con mayor rapidez. Al final, no podemos evitar parar algún tiempo en específico, solo tenemos que adaptarnos cada día de lo que nos rodea y de lo que queremos lograr.
Si se engloba en un solo tiempo, perdemos la visión de nuestra vida y sobre que queremos recordar para tenerlo en el corazón. Pues tenemos que tener una barrera de todo; ya que al final, la mente y el corazón serán los receptores mágicos para cualquier momentos de recordar lo que algún día se pudo disfrutar y dejar que la vida y el momento se encarguen de lo suyo.
Las angustias, los miedos, nuevas insinuaciones y hasta desconfianza son las que podemos crear con alguien o uno mismo acerca de lo que quiere hacer y sobre cómo actuar, nadie está a salvo de ser juzgado, pues todos cometemos errores que tienen una consecuencia grave, aveces no nos damos cuenta que cuando aún no hacemos nada, se nos tacha de muchas cosas, dejando desconfianza, nos deja como una moneda al aire en el que nunca vamos a terminar de saber cómo es esa persona; o incluso, nosotros mismos. Pues cada día, hora, minuto, segundo, tendemos a realizar nuevas ideas y a cambiar lo que habíamos planeado desde un inicio.