
Después de pasar la noche en el bosque, a la mañana siguiente, el ilustre Vishvamitra, recordando la hazaña del día anterior, soltó una carcajada y, lleno de afecto, impartió bendiciones a sus des- lumbrantes discípulos; inspirado por su obediencia y su discipli- na, sintió el deseo de instruirles y otorgarles el conocimiento de
las armas místicas, poderosos misiles múltiples, los cuales no tenían igual.