
Conversamos con el poeta de Oaxaca Alan Vargas, recién llegado y por primera vez en Chile. Una asamblea de volantines pescadores encumbra Pacífico adentro, nos ponemos en modo últimos atardeceres en la tierra y somos dos varones en una aldea no turística: algo extraño para nombrar alguna costa, protegidos del viento por una palapa para beber y conversar sobre nuestras relaciones, reírnos de cuando nos equivocamos, hay luz de luna llena y hay luz de llama de refinería. La quiero hacer bien, es que me esfuerzo y me equivoco, ese es mi trabajo.