
Incursionando en regiones celestes nos invita a elevar nuestra vida espiritual y buscar una comunión más profunda con Dios. No se trata solo de orar o asistir a un lugar, sino de entrar en Su presencia con un corazón rendido y dispuesto a escuchar Su voz. Cuando decidimos trascender lo terrenal y fijar la mirada en lo eterno, nuestra fe se fortalece y nuestra visión se amplía. Es en esos momentos de intimidad donde recibimos dirección, fuerza y revelación divina. Es tiempo de ascender en lo espiritual y permanecer conectados con el cielo en todo lo que hacemos.