
El relato describe una etapa de tensión y desgaste emocional en el matrimonio de Felipe y Ana. Aunque eran una familia de cinco —incluyendo el angelito que nunca conocieron— el espacio físico y emocional comenzaba a volverse insuficiente.
Conflictos y distanciamiento: A pesar de los esfuerzos de Felipe por apoyar a Ana y cuidar de sus hijos, especialmente Eleazar, los malentendidos y reclamos se intensifican. Ana se siente sola y sin apoyo, mientras Felipe se siente incomprendido y poco valorado, a pesar de su entrega total al hogar.
Actos de amor invisibles: Felipe recuerda con detalle cómo lavaba la ropa en la azotea, cuidaba a los niños, ofrecía tiempo de descanso a Ana y proponía contratar ayuda doméstica. Sin embargo, sus gestos parecían pasar desapercibidos, lo que lo lleva a sentirse emocionalmente aislado.
Falta de intimidad y conexión: La pareja atraviesa más de un año sin intimidad física ni emocional. Aunque Felipe comprende las razones médicas y emocionales, el rechazo constante comienza a erosionar el vínculo entre ellos.
La búsqueda de un nuevo hogar: En medio de noches de insomnio y preocupaciones por Eleazar, Felipe decide buscar una casa más grande, con la esperanza de que un nuevo espacio pueda restaurar la cercanía con Ana. Encuentra una casa en Echegaray, que finalmente agrada a Ana, y se mudan en junio de 2014.
Intentos de reconstrucción: Felipe sigue esforzándose por fortalecer la relación: inscribe a Ana en dos gimnasios, busca escuelas para Simcha, y reorganiza la vida familiar. Sin embargo, los conflictos persisten, y él comienza a sentir que sus esfuerzos ya no son reconocidos.
Reflexión personal: Felipe recuerda las enseñanzas de su madre sobre el valor de compartir las tareas del hogar. Aunque intenta vivirlas plenamente, siente que Ana ha dejado de verlas como actos de amor y las percibe como obligaciones. Esto lo lleva a una profunda desmotivación.
Este pasaje es un retrato íntimo de cómo el amor puede desgastarse cuando no se siente visto ni valorado, y cómo el deseo de reconstruir puede chocar con el peso del dolor no resuelto.