En este mensaje María nos recuerda que ella misma es la gran gracia del Cielo enviada a guiarnos. Sin embargo, lamenta que muchos corazones permanezcan duros y sin respuesta. Su único deseo es poner en nosotros paz y salvación, poner a su Hijo Jesús. Con Él, el alma nunca se pierde, aún en la oscuridad encuentra el camino. Por eso nos invita a decidirnos por una vida nueva, con el nombre de Jesús en los labios y en el corazón
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