Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13.
Debemos representar al Señor al defender a las «ovejas débiles».
¿Estamos haciendo lo que Dios nos llamó y para lo que nos equipó?
Elijamos ser la persona a la que Dios lleva a cuidar de los que nos rodean.
Vivimos en este descanso cuando hacemos la voluntad de Dios en obediencia y confianza en Cristo.
Por su gracia estamos siendo transformados a su imagen para gloria de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Jesús sana nuestras necesidades y deseos más profundos, a medida que permanecemos en Jesús y crecemos en su amor, aceptación y gracia.
Elijamos vivir con el corazón de Dios y reflejemos a Dios en el mundo porque Dios es justo.
El arrepentimiento es una práctica de toda la vida para los cristianos, no es arrastrarse por los pecados y fracasos del pasado, sino la humildad de corazón para ver que debemos elegir continuamente a Cristo y Su camino.
La gracia nos lleva a convertirnos en personas para las que la forma natural de vivir es reflejar a Jesús, su amor y su justicia en el mundo.
Los que buscan activamente amar a Dios y amar a los demás, los que actúan fielmente a la manera de Jesús, son rectos y justos.
No caigas en la trampa de pensar que no eres digno. Por supuesto que lo eres. Más de lo que te imaginas.
Cada uno tiene un don único de Dios para ayudar al Cuerpo de Cristo a ser edificado en unidad y glorificar a Dios.
Les aseguro que, si ellos se callan, gritarán las piedras. Lucas 19:40.
Los profetas son como despertadores. Los profetas fueron enviados por Dios para «despertar» de las malas decisiones que tomaba la gente.
Ezequiel experimentó de primera mano al Señor yendo con él: dándole poder para ser audaz en su fe.
Ezequiel dijo que el pergamino que comió le supo tan dulce como la miel en la boca.
Hay una cita atribuida a San Agustín que dice: «Sin Dios, no podemos. Sin nosotros, Dios no lo hará».
El peso de tener siempre la razón cae de nosotros, encontramos las respuestas en Él y solo en Él.
Muchas veces, el descubrimiento de nuestra libertad de aquello que antes nos ataba requiere encontrar un lugar de soledad donde sea posible la contemplación del poder y la presencia de Dios.