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Para el episodio de hoy nos acompaña Brandon “El Prendido” González, gladiador mexicano de Zacatecas cuya vida siempre estuvo marcada por un carácter "prendido". Desde niño se encendía al menor empujón llegando a pelear con rivales más grandes que él, hasta que un coach bautizó esa intensidad con el apodo que hoy lo acompaña en cada batalla: El Prendido.Brandon recuerda sus primeros pasos en el MMA con la misma honestidad con la que ha enfrentado cada reto. Al inicio rechazaba el jiu-jitsu porque prefería los golpes y las patadas, pero el tiempo y la disciplina le enseñaron que ser peleador completo significaba abrazar todas las áreas. Sus primeras competencias en Zacatecas y Monterrey estuvieron llenas de nervios, incluso de parálisis al subir a la jaula, pero también de victorias que lo llevaron a soñar en grande.El debut “no oficial” llegó en las Malilla Fights, donde consiguió a un rival de último minuto y lo noqueó con rodillazos. Años más tarde, cumpliría uno de sus sueños al debutar profesionalmente en Combate Global. Pero como en toda historia de gladiador, también llegaron los golpes que no se ven: fracturas, derrotas, noches de hospital y silencios profundos donde pensó en abandonar todo, al haber dejado casa y estudios a cambio de sufrimiento y dolor.El punto de quiebre fue su decisión de dejar Zacatecas y mudarse a Tijuana. Lo que al inicio iba a ser solo un campamento, se convirtió en una nueva vida. Marcada por el nivel, la disciplina y la compañía de entrenadores y compañeros que lo empujaron día a día a ser un mejor peleador. Hoy, Brandon reconoce que esa decisión lo transformó: su disciplina en el entrenamiento, en la alimentación y en su vida diaria lo llevaron a crecer no solo como peleador, sino como hombre.Con un récord profesional positivo Brandon “El Prendido” González sigue construyendo su camino con la mira puesta en las ligas más grandes del mundo. Su historia es un recordatorio de que los sueños no se cumplen con facilidad, sino con sacrificio, caídas y la capacidad de prender fuego cada vez que parece que todo se apaga.¿Qué tanto estás dispuesto a dejar atrás para encender la mejor versión de ti mismo?
Hoy nos adentramos en la historia de Eidy “The Talent” Macías, gladiadora ecuatoriana que transformó el dolor en carácter y la adversidad en una vida dedicada al combate. Su camino no comenzó en un gimnasio de lujo ni bajo reflectores, sino en los pasillos de una escuela donde sufrió bullying y soledad, hasta que las artes marciales se convirtieron en su refugio y en la forja de su identidad.Del tatami de taekwondo a los encierros del jiu-jitsu, Eidy descubrió que la disciplina era la mejor defensa contra un entorno hostil. Muy pronto, esa adolescente que se sentía diferente encontró en el MMA no solo un deporte, sino un propósito. No quería ser una peleadora limitada a un estilo; quería ser completa, aprender de todo, arriesgarlo todo. Esa búsqueda la llevó a romper con entrenadores, cambiar de gimnasios y desafiar estructuras cerradas que pretendían detener su crecimiento.Su debut profesional en plena pandemia mostró su temple, pero lo que realmente marcó su carrera fue su experiencia en Brasil. Vendió todas sus pertenencias para entrenar en Río de Janeiro y terminó viviendo en una favela, donde el ambiente era tan peligroso como formativo. Entre golpes de bienvenida, calles vigiladas y jornadas extenuantes, Eidy encontró respeto y pertenencia; aprendiendo que la incomodidad y la dureza del entorno podían convertirse en motor de resiliencia y fortaleza.Peleando en Ecuador, Perú y Brasil, acumuló victorias y aprendizajes que hoy la convierten en una de las voces más auténticas del MMA latinoamericano. Para ella, cada rival es un rompecabezas al que debe adaptarse, anticipar y resistir, factores que son tan importantes como golpear. Su historia es un testimonio vivo de que el verdadero éxito no nace en la comodidad, sino en la capacidad de levantarse en cada caída.Este episodio no solo retrata la carrera deportiva de Eidy Macías, sino la vida de una mujer que convirtió la adversidad en arma y la incomodidad en escuela. Una gladiadora que no pelea solo en la jaula: pelea contra la vida misma, convencida de que cada batalla la acerca a su destino.¿Cuánto vale tu sueño cuando lo único que tienes para apostar es todo lo que eres?
Hoy nos acompaña Daniel “Golden Boy” Zellhuber; gladiador mexicano que nos cuenta una historia de obsesión y propósito, donde no busca la fama fugaz ni la validación externa, sino cumplir su objetivo innegociable: convertirse en campeón del mundo.Desde Las Vegas, donde entrena y vive como profesional, Daniel nos abre las puertas de un proceso de vida que pocos están dispuestos a sostener. Una rutina meticulosa, casi monástica, donde cada día es diseñado al milímetro para seguir construyendo una versión más precisa, eficiente y fuerte de sí mismo. Habla con crudeza de los sacrificios económicos y emocionales que conlleva ser un peleador de élite: entre campamentos que superan los 20 mil dólares, derrotas que exigen autopsias internas y una estructura de trabajo donde el descanso es tan sagrado como el entrenamiento.Daniel también rompe con los mitos que rodean a los peleadores latinos: no basta con pelear bien, hay que saber estudiar, hablar, vender, escuchar y aprender. Por eso se licenció en fisioterapia, aprende sobre psicología deportiva y construye su marca como quien afila una espada que no puede oxidarse.Este episodio no es solo un vistazo a la vida de un atleta de alto rendimiento, sino una clase maestra sobre cómo vivir con intención. Hablamos de lesiones, amor, terapia, padres que al principio dudan y parejas que también sacrifican. También de cómo usar la rutina como vehículo para la libertad y de por qué los grandes sueños no se improvisan sino que se planifican, se sufren y se pagan por adelantado.Este episodio es para los que quieren dejar de sobrevivir y empezar a construir. Para quienes alguna vez pensaron que soñar en grande era arrogante y para quienes están dispuestos a pagar el precio de volverse su versión más real.¿Qué estarías dispuesto a cambiar hoy, si supieras que tu grandeza ya está en camino?
Hoy nos acompaña Tadeo “Tejón de la Miel” Acosta, gladiador mexicano cuya corta edad contrasta con la madurez, disciplina y propósito que transmite cada vez que habla o pelea. Con tan solo 11 años, Tadeo ha construido una identidad marcial basada en el respeto, la sabiduría emocional y el poder de convertir el dolor en motivación.Tadeo aprendió a trabajar desde los 4 años, lidiando con dislexia al narrar sus propios videos y forjando su carrera al entrenar con adultos, mientras corta peso de forma brutal enfrentando a rivales mayores que el. Lo hace sin quejarse, porque sabe que cada corte, cada esfuerzo y cada derrota forman parte de algo más grande que una simple carrera deportiva.Este episodio retrata a un niño que no piensa conformarse con ser uno más. Hoy entrena tres veces al día, estudia, crea contenido que inspira a otros jóvenes y sueña no solo con ser campeón mundial sino con abrir orfanatos donde el arte marcial sea vehículo de transformación.Tadeo nos deja claro que ser un verdadero gladiador no se trata de edad ni fama, sino de intención y causa. Este episodio es para los que aún creen que se es demasiado joven para marcar la diferencia y para quienes alguna vez pensaron que un niño no podía tener misión.¿Qué mundo tendríamos si todos los niños encontraran su misión antes de perderse?
Hoy nos acompaña Agapito “Fenómeno Minero” Orozco, gladiador boliviano que representa el extremo más crudo y valiente del sueño de ser peleador profesional. Desde lavar motos en la calle para poder comer, hasta entrenar bajo la lluvia a las cinco de la mañana, Agapito no solo entrena para pelear: entrena para no rendirse.Nacido en una familia de guerreros y formado entre lucha, judo y kickboxing, Agapito supo desde joven lo que era vivir con la etiqueta de “opción B”, al pelear sin recursos, contratos, ni promotores interesados. Su debut profesional no fue una fiesta sino una batalla contra un campeón nacional con semanas de aviso y sin peleas amateurs previas, ganando a pesar de tener poco tiempo de aviso.Este episodio recorre su historia marcada por entrenamientos extremos, trabajo en condiciones precarias, discriminación organizacional y una depresión tan profunda que estuvo a punto de rendirse. Lo perdió todo: su negocio, su socio, su motivación… y aun así, eligió volver a intentarlo una vez más. Esa única decisión lo cambió todo.Agapito también nos revela el rol fundamental que ha tenido su hermano, su madre y su comunidad en el proceso. Con lágrimas en los ojos y fuego en el corazón, comparte cómo pasó de dormir solo en una casa vacía a entrenar en el reconocido Entram Gym de Tijuana, donde fue recibido como un verdadero gladiador. Porque si algo ha demostrado, es que lo único que nunca perdió fue su enfoque.Este episodio no es una historia de peleas. Es una historia sobre no romperte cuando todo te dice que deberías.¿Y tú? ¿Qué estarías dispuesto a dejar atrás si supieras que tu sueño aún te está esperando?
De ser maestra de primaria con título universitario en mano, a enfrentar cortes extremos de peso y derrotas fulminantes en jaulas profesionales, Sofía ha aprendido que en este deporte, el talento es solo el principio. Criada en un país donde el fútbol lo absorbe todo, “La Bruja” encontró en el kickboxing su verdadera identidad: un espacio para volverse fuerte, disciplinada y peligrosa. Bajó más de 20 kilos en un año, peleó con calor, sudor y sin privilegios forjando un camino que no fue progresivo ni medido, peleando directo en profesional sin pasar por amateur, rodeos ni redes de contención; solo hambre.Pero fue una derrota dura —un nocaut en diez segundos— la que la empujó a su punto de quiebre. En lugar de victimizarse, entrenó sin parar durante un año entero, sabiendo que no hay atajo cuando tu vida se define por cómo respondes a la caída. “O te tirás, o apretás” y Sofía siempre aprieta.Hoy, entrena en el primer UFC Performance Institute de Latinoamérica. Vive sola, lejos de casa, enfrentando no solo rivales sino su propia mente. Extrañando a su familia y a su país, Sofía sabe que la recompensa llegará si resiste un poco más. Porque la pelea más difícil es la que no se ve: la de reinventarse a diario, sin garantías ni excusas.Este episodio no es sobre técnica ni victorias. Es sobre cómo se forjan las verdaderas gladiadoras: a través del fuego, de la soledad y del coraje de seguir sin saber si el mundo está mirando.
¿Qué pasaría si el dolor que sientes hoy fuera el precio de la vida que aún no te atreves a imaginar?