En una conversación íntima y poco habitual, Ciro Gómez Leyva revela el lado más humano detrás de su libro “No me pudiste matar”, donde narra el atentado que sufrió en 2022. Lejos de la imagen del periodista imperturbable, Ciro confiesa haber perdido uno de sus mayores privilegios: la libertad de caminar solo. Dice que el título está dedicado no solo a los criminales, sino también al presidente López Obrador y a la tristeza que intentó abatirlo. A sus 65 años, asegura que su objetivo ya no es la revancha, sino regalarse un buen epílogo de vida, sin victimizarse, con serenidad y sentido.
Durante la charla, comparte que escribir el libro fue un proceso terapéutico y de reconstrucción emocional, aunque rehuyó la terapia formal y asegura no haber sentido miedo ni estrés postraumático. Habla de fe sin Dios, de racionalismo con valores judeocristianos y de cómo, pese al atentado, se siente hoy más seguro que antes. “No me salvó un milagro, me salvó el blindaje, la impericia de los criminales y quizá el azar”, dice con frialdad. Sin embargo, entre líneas deja ver que la herida más profunda no fue física, sino la pérdida de su libertad y la nostalgia de un país donde ser periodista es, literalmente, jugarse la vida.
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