Hoy celebramos el nacimiento de la Iglesia, fiesta del amor. Que el Espíritu Santo suscite el amor en nuestros corazones y purifique a su Iglesia.

Estos frutos del Espíritu Santo nos ayudan a disfrutar con libertad los bienes de la tierra sin caer en la esclavitud de las pasiones. Escucha con atención este último episodio de la primera temporada.

Estos frutos nos ayudan a ordenar las relaciones con los hermanos. Dispuestos para hacer el bien y gozo al hacerlo. Porque no basta con desear hacer el bien, es necesario hacerlo.

Los primeros tres frutos del Espíritu Santo nos ayudan a ordenar el alma en cuanto a los bienes de este mundo que son caridad, gozo y paz. Los dos siguientes nos ayudan a ordenar en el alma los males de este mundo, cómo son el sufrimiento y la desesperación, para ello el Divino Espíritu pone los frutos de Paciencia y Longanimidad.

Estos tres frutos del Espíritu Santo ordenan el alma, le hacen sentir los deleites divinos. Para comenzar a saborearlos no es necesario haber llegado a la meta. Dios ha querido que en el camino el hombre satisfaga ese anhelo de felicidad en su vida.

En esta reflexión comento que los frutos del Espíritu Santo son consuelos que recibimos en esta vida, en medio del sufrimiento, en este valle de lágrimas. Solo el amor logra consolar en los momentos de penuria y el Espíritu Santo es el Amor de Dios en nuestras vidas que se nos da como garantía de los gozos que disfrutaremos en el cielo.

El Don por excelencia y que rige a todos los demás es la sabiduría, nos lleva a ver las cosas desde Dios. Es el don más sublime que podamos poseer sobre la tierra y está muy unido con el amor. De ahí que lo más importante en esta vida no es conocer a Dios sino amarlo. Ya que el conocimiento de Dios en esta vida siempre será imperfecto. Pero el amor nos lleva a la unión con el Otro.

Este don nos ayuda a penetrar en las verdades sobrenaturales, de los misterios cristianos, de los dogmas de nuestra fe, para gran provecho espiritual. Escucha y conoce más de dicho don para dejarlo operar en tu vida.

Después del don se Consejo, el don de ciencia nos llevará no solo al conocimiento de las cosas por sus causas, sino que nos llevará al fin de las mismas cosas. A Dios. Nos ayuda a descubrir en la creación la vanidad de las cosas y el reflejo del Creador en cada una de ellas. Con este Don del Espíritu Santo comprendemos con su luz el lugar que ocupan las cosas y las verdades eternas que se distancian por completo de la ciencia de este mundo.

El primer don intelectual es el don de Consejo. Dicho don asume la virtud de la prudencia que actúa en la razón meramente humana, dicha prudencia es indispensable para regirnos a nosotros mismos, cómo el director de una orquesta. Sin embargo, el don de Consejo es operado por el Espíritu Santo, tiene un sello divino, sello de perfección. Conoce y déjate conducir por dicho don para que te lleve a la santidad.

De los siete dones del Espíritu Santo, tres trabajan en la parte pasional y cuatro en el intelecto del hombre, quizás por la importancia que tiene dicha facultad para el ser humano. Van muy acordes con los dones naturales que tienen el mismo intelecto. Escucha este audio y conoce más sobre ellos.

El don de piedad ayuda a tener buenas relaciones cumpliendo los deberes para con Dios y con nuestros hermanos. Nos mueve a darle la gloria y culto de adoración a Dios como Él mismo lo merece...

Conocemos cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Pero ¿sabía que la virtud es diferente al don, aunque puedan llevar el mismo nombre? Conoce y déjate llevar por la fuerza de Dios. Todo lo puedo en Aquel que me fortalece.

Aprenderás que este don trabaja en los apetitos más bajos del hombre, para ayudarnos a ordenar nuestras pasiones que nos apartan del amor de Dios. Nos ayuda a aborrecer el pecado que tanto ofende a Dios y que nos parta de su vida divina.

No bastan las virtudes para alcanzar la perfección cristiana, ya que ellas son imperfectas porque aunque puedan ser sobrenaturales tienen mucho de humano, mundano y vil. Pero los dones del Espíritu Santo superan con mucho las solas virtudes.

Su inspiración nos lleva al amor de la Cruz, el padecer por amor. Solo el amor de ágape nos lleva a dar la propia vida, a perderla para poderla ganar. Nos hace amar el sufrimiento como camino de crecimiento y desarrollo espiritual para no querer otra cosa sino lo que agrada al Padre.

La maravillosa obra que produce el Espíritu Santo en nuestra alma es dar todo el honor y gloria al Padre del cielo. Solo por su inspiración podemos decirle a Dios Padre y experimentarnos hermanos entre los hombres.

Mediante la escucha de este audio sabrás cómo el Espíritu Santo nos lleva a darle todo el honor y gloria al Verbo encarnado. Mueve en nuestro corazón el deseo de ser como Jesús.

El Espíritu Santo es el Don que el Hijo ha dejado como el otro Paráclito, para realizar la obra de santificación. Como gran escultor de nuestra alma.

En este episodio escucharás cómo el Espíritu Santo es el gran director Espiritual de nuestra alma, le necesitamos para llegar a las profundidades de la santidad.