
En la búsqueda constante de éxito y realización personal, a menudo nos encontramos con la afirmación reconfortante de que "la intención es lo que cuenta". Este dicho, en apariencia alentador, sugiere que la pureza de nuestras intenciones debería ser suficiente, independientemente de los resultados obtenidos. Sin embargo, es imperativo desafiar esta creencia y explorar la verdad subyacente: que la concreción de objetivos es el factor determinante de nuestro progreso. En este artículo, desentrañaremos la falacia de "la intención es lo que cuenta" y abogaremos por un enfoque más pragmático basado en resultados.