
Romper con una persona es muy doloroso. Terriblemente doloroso. En el momento de la ruptura, todos los problemas del mundo desaparecen y dejan paso al drama. Miras la vida a través de unas gafas de indiferencia, el menor gesto de desprecio hacia tu persona es como un puñal clavado en tu pecho y, aunque tu principal tema de conversación es tu recién estrenada ex, sientes que aburres a la gente porque tus problemas no le importan a nadie.