En este capítulo analizaremos, en la segunda regla, como Dios consuela al alma sin causa precedente, veremos los signos necesarios para, de alguna forma, distinguir aquellos prodigios que no son obrados por Dios de los que sí lo son. También, en la tercera regla, prestaremos atención al motivo por los cuales, tanto el buen ángel como el malo, pueden consolar al alma. Finalmente, en la cuarta regla, prestaremos atención al tipo de “bien” que un demonio nos propone realizar, y con qué fin nos mueve a tal acción.
Regla 2.2: “Dios consuela el alma sin que haya causa precedente.”
Regla 2.3:
“Cuando hay causa precedente, el buen ángel como el malo, pueden consolar el alma pero con fines diferentes.”
Regla 2.4:
“El Demonio propone hacer un bien acomodado al propio gusto del alma para desviarla del fin que persigue su auténtico bien."
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