
Esta frase nos ofrece una lección profunda sobre la ley del karma y la energía de la intención. Sugiere que el acto de planear la caída o el mal de otra persona es inherentemente autodestructivo.La energía invertida en la malicia, la envidia o la traición es una fuerza tan negativa y consume tanta atención, que suele consumir al arquitecto del plan antes que al objetivo. Al centrar toda tu energía en la destrucción ajena, te aíslas, te vuelves vulnerable al error y, en última instancia, fallas en construir tu propio camino. Lo que siembras en odio, cosechas en soledad y fracaso.¿Qué estás haciendo hoy para invertir esa energía en la construcción en lugar de la destrucción?