
La difícil realidad de los soldados colombianos expone las profundas fallas del sistema de protección y reparación que, teóricamente, debería garantizarse a quienes arriesgan sus vidas en el conflicto armado. Durante décadas de violencia, miles de ellos han quedado abandonados, ya sea por las heridas físicas o las secuelas psicológicas de su participación, sin la atención médica ni la reparación prometida. Aunque son celebrados como héroes en los momentos de guerra, una vez terminada la contienda, el Estado olvida sus promesas: una atención deficiente, una reparación inexistente y una seguridad que desaparece.