
En esta ocasión hablamos de Marta y María, de ese contraste entre la acción y la devoción. De cómo a veces servimos tanto que olvidamos escuchar, o escuchamos tanto que dejamos de actuar. No es una competencia, es un equilibrio divino. Dios no quiere que el servicio apague la comunión, ni que la quietud detenga el propósito. ¡Es tiempo de encontrar el balance: servir con amor y permanecer a Sus pies con corazón encendido!