Tu energía puede estar siendo consumida por personas, situaciones o incluso metas del tipo "yo debería" que no están alineadas con tu visión de vida.
El deseo de tener el control sobre todo lo que te sucede a ti y a las personas que tienes a tu alrededor puede estar disminuyendo tu vitalidad.
El control es una herramienta maravillosa y absolutamente necesaria para enfrentar la vida e implica responsabilidades. Ejercer el control significa trabajar con ahínco, hacer planes para el futuro, prestar atención a los detalles, imponer disciplina, evitar la gratificación impulsiva, hacer un poco más de lo que corresponde. Y todo ello está muy bien con mesura.
Sin embargo, funcionará en la medida en que sepas y conozcas los límites; porque ejercer control y aferrarte a la necesidad de tener razón obstaculiza tu camino. La necesidad de tener razón es, sencillamente, un exceso de control que te ocasiona un pesado equipaje emocional.
La forma más simple de aprender a darle una nueva dirección a su pasión por el control es identificar situaciones o sucesos intrascendentes de todos los días en las que normalmente asumen el mando y escoger una o dos de ellas en las que está decidida a delegar, ejemplo:
Algo importante con este ejercicio es saber que cuando usted cede la responsabilidad, pierde el privilegio de criticar. Prepárese para ello. Quienes asumen la tarea que usted solía hacer la realizarán de manera diferente y eso significa que hay una gran probabilidad de que lo hagan mal, lo hagan tarde, o incluso que no lo hagan. ¡No caiga en la trampa!. Simplemente retírese, su objetivo es aligerar el peso de equipaje y este debe tener prioridad para ti.
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