
En 1780, en Massachusetts, una mujer de color llamada Mum Bet —más tarde conocida como Elizabeth Freeman— escuchó algo que cambiaría su destino. Mientras servía en la casa de su amo, oyó leer en voz alta un fragmento de la nueva Constitución del estado: “Todos los hombres nacen libres e iguales.”
Aquellas palabras se grabaron en su mente. Si todos eran libres, ¿por qué ella no? Convencida de que esa promesa debía incluirla, buscó la ayuda de un abogado y presentó una demanda contra su dueño, el coronel John Ashley. Era un acto de valentía impensable para la época: una mujer de color, nacida en servidumbre, desafiando el sistema legal en nombre de la libertad.
El caso llegó a los tribunales y, para sorpresa de muchos, Mum Bet ganó. El jurado declaró que la servidumbre era incompatible con la Constitución de Massachusetts, y ella obtuvo su libertad junto con una compensación de 30 chelines.
Su victoria no solo cambió su vida: sentó un precedente legal que contribuyó a la abolición de la esclavitud en ese estado. Desde entonces, Mum Bet se convirtió en símbolo de resistencia y justicia. Una mujer que, sin poder ni privilegio, usó la ley —y su voz— para recordarle a una nación el verdadero significado de la libertad.
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