
El agua es más antigua que el Sol.
Miles de millones de años antes de que naciera el Sol, el agua ya existía en el Universo. Los estudios demuestran que las moléculas de agua que hoy se encuentran en la Tierra se formaron en nubes heladas de gas y polvo mucho antes de que surgiera nuestro sistema solar.
En esas frías regiones del espacio, el hidrógeno y el oxígeno se unieron para crear hielo interestelar, que viajó durante eras hasta convertirse en parte de los cometas y asteroides primordiales.
Cuando surgió el Sol, hace unos 4600 millones de años, parte de esa agua antigua sobrevivió, escondida en las profundidades del espacio y atrapada en cuerpos helados. Millones de años después, esos mismos cometas colisionaron con la joven Tierra, liberando el agua que formaría los primeros océanos.
Hoy en día, cada gota de lluvia, cada río y cada mar lleva consigo esta historia cósmica. El agua que sacia nuestra sed es la misma que presenció el nacimiento de las estrellas. Al tocar el agua, estamos tocando algo que es más antiguo que el Sol, más antiguo que la Tierra, un fragmento vivo del propio Universo.