
No se trata de no sentir miedo, sino de entenderlo para que no nos paralice. Aún más importante, profundizar en los miedos nos ayuda a descubrir nuestros apegos y afectos desordenados, haciéndonos más capaces de discernir a la hora de distinguir que nos mueve, si el miedo o la confianza en Dios. En este episodio, hago una contemplación especial y muy pausada para que disfrutes el estilo ignaciano.
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