
Los misterios gloriosos, según explica san Juan Pablo II en la encíclica Rosarium Virginis Mariae, «alimentan en los creyentes la esperanza en la meta escatológica, hacia la cual se encaminan como miembros del Pueblo de Dios peregrino en la historia. Esto les impulsará necesariamente a dar un testimonio valiente de aquel «gozoso anuncio» que da sentido a toda su vida».
La Iglesia establece que los Misterios Gloriosos se recen los miércoles y domingos, aunque como leemos en el n. 38 de Rosarium Virginis Mariae «Esta indicación no pretende limitar una conveniente libertad en la meditación personal y comunitaria, según las exigencias espirituales y pastorales y, sobre todo, las coincidencias litúrgicas que pueden sugerir oportunas adaptaciones»