
En los episodios anteriores hemos recorrido cuatro verdades esenciales. Primero, afirmamos con certeza la existencia de Dios: causa primera de todo lo creado, ser necesario, eterno y perfecto. Después, reconocimos que el hombre, obra de Dios, posee un alma espiritual, libre e inmortal.
De ahí se desprendió la tercera verdad: el hombre necesita una religión, porque no basta conocer a Dios; es necesario rendirle culto y vivir en relación con Él. La cuarta verdad nos mostró que entre todas las religiones, solo una es verdadera: la revelación cristiana, definitiva y universal, fundada por Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre.
Hoy damos un paso más. Jesucristo, al cumplir su misión en el mundo, no quiso permanecer visiblemente entre nosotros hasta el fin de los tiempos. Por eso estableció un medio vivo y permanente para conservar, transmitir y hacer practicar la religión que Él mismo reveló: la Iglesia Católica. Esta es la verdad que ahora nos corresponde descubrir y profundizar.