
En este capítulo, Hugo E. Martínez nos recuerda que antes de nacer ya estábamos inmersos en una red de creencias, emociones y comportamientos que heredamos de nuestra familia, nuestra cultura y nuestro linaje. Muchos de esos patrones nos dieron seguridad y pertenencia… pero otros, sin darnos cuenta, han limitado nuestra vida.
El mensaje central es liberador: tú no eres tus patrones, eres la conciencia que puede observarlos y transformarlos.
A través de una exploración sencilla, el capítulo nos invita a identificar un comportamiento repetitivo que nos pesa —puede ser la culpa, la desconfianza, la postergación— y reconocer con amor de dónde viene. El ejercicio práctico propone escribir:
“Reconozco que aprendí esto de…”
“Agradezco lo que me enseñó, pero ahora elijo…”
El propósito es claro: al soltar lo que ya no necesitamos, no solo nos liberamos nosotros, sino que también liberamos a quienes vinieron antes y a los que vendrán después.
El capítulo nos deja con esta reflexión poderosa: romper un patrón no es traicionar a tu historia, es honrarla desde la libertad.