
En este primer capítulo, Hugo E. Martínez nos invita a replantearnos algo muy profundo: ¿y si el propósito de la vida no estuviera en metas lejanas, logros externos o grandes respuestas, sino en la experiencia misma?
El autor nos recuerda que no vinimos a cumplir una lista de tareas, sino a vivir, sentir y aprender de lo que ocurre día a día. Cada gesto, cada conversación, incluso un silencio, puede convertirse en propósito en acción.
Con reflexiones sencillas y un ejercicio práctico de escritura, este capítulo nos ayuda a mirar atrás y reconocer que nuestras experiencias —las felices, las dolorosas, las inesperadas— ya nos han estado guiando todo el tiempo.
El mensaje es claro y liberador: no necesitas buscar más, necesitas vivir más. El propósito no está en un futuro incierto… está en el ahora, en cada instante que eliges estar presente.