
La vida cristiana no es un paseo espiritual ni un tour de emociones santas. Es una marcha militar hacia la gloria, una carrera de resistencia y una peregrinación a contracorriente del mundo, la carne y el diablo. En un tiempo donde muchos confunden la gracia con la flojera espiritual, y la fe con un simple sentimiento religioso, la Escritura nos llama a constancia hasta el fin. Perseverar no es opcional; es el sello de los verdaderos redimidos, la evidencia de que la gracia de Dios obra eficazmente en nosotros.