
Vivimos en una sociedad sumida en el hacer, una insatisfacción vital, que nos prohibe conectar con nuestras principales necesidades. Los problemas con la comida son en parte un reflejo de los problemas en la relación que tenemos con nosotros mismos. Observar cómo y porqué o para qué comemos es el mejor camino para alcanzar cambios en el qué, cuánto y cuándo comer. A partir de ahí los cambios suceden de forma espontánea, en la alimentación y mas allá, porque comenzar a nutrir Mente – Cuerpo – Corazón nos hace sentirnos plenos.