
Caifás preside el Sanedrín donde se escuchan los testimonios contra Jesús. Al final, es acusado de blasfemo y excomulgado.
El palacio del sumo sacerdote José Caifás, rodeado de guardias con lanzas, no había apagado sus luces en toda la noche. A Jesús lo tenían detenido en la residencia vecina del viejo Anás, esperando que los magistrados del Sanedrín se reunieran para comenzar un juicio sumarísimo contra él. Los criados de Caifás iban y venían por el barrio de Sión avisándoles a los setenta miembros del Tribunal Supremo que había sesión extraordinaria en la madrugada de aquel viernes.