
La mañana del viernes, Jesús es llevado ante el poderoso Anás. Afuera, Pedro niega conocer a Jesús.
Era la madrugada del viernes cuando apresaron a Jesús en el huerto de Getsemaní. Jerusalén dormía aún, sin saber lo que había ocurrido. Por mayor precaución, los soldados, con las espadas desenvainadas y algunas antorchas encendidas, rodearon las murallas de la ciudad por el valle de la Gehenna y entraron por la Puerta de los Esenios. Muy cerca de allí tenía su palacio el sumo sacerdote Caifás.