Un tema de actualidad, donde a veces nos preguntamos lo siguiente: ¿vale la pena votar o no? Este artículo lo escribí y publiqué hace varias semanas, y tuvo una acogida espectacular, aunque, como siempre, hubo su detractor, los que hablan primero sin pensar, que no les agradó el tono de mi tema. Pero esos son los menos. Cualquiera que haga uso de su raciocinio sabe, en su corazón, que muchas de las situaciones expuestas son reales, y que, obviando el fanatismo político que en ocasiones, o casi siempre, enturbia nuestro presente en Puerto Rico, tenemos que preguntarnos en realidad si vale la pena votar. Unos dirán que si no lo haces no opines, que si la constitución nos lo garantiza como derecho, que si fulano o mengano son diferentes, etc, etc, etc. La pura, cruda realidad, es que en la actualidad, pocos candidatos valen la pena de mirarlos por más de un segundo, pues son de la misma escuela demagógica, por así decirlo. Quizás haya gente buena, decente, que sí amerite votar por ellos, pero está en nosotros saber calibrar y discernir esa presunción para no seguir cometiendo los errores de siempre, y más cuando vemos la comedia de horrores en las primarias recientes donde no se sabía ni el día en que se encontraban. Vergüenza ajena, como dirían algunos, y un bochorno mundial, claro ejemplo de la crisis por la que atravesamos como pueblo en estos momentos.