
Nacido en San Francisco, Luciano leía lo que le llegaba a mano. Sea de la biblioteca de la escuela o de lo que se vendía por ahí, compensó su falta de habilidad en el fútbol con ficción. Ya en la carrera de letras sacó su primer libro, de corte realista, y con eso cumplió con esa estética para dedicarse al fantástico. Ama los buenos finales, los libros que no le toman el pelo al lector y corregir los principios pantufleros, aquellos que arrancar con el personaje levantándose de la cama, solo para lavarse los dientes.