Nacido en San Francisco, Luciano leía lo que le llegaba a mano. Sea de la biblioteca de la escuela o de lo que se vendía por ahí, compensó su falta de habilidad en el fútbol con ficción. Ya en la carrera de letras sacó su primer libro, de corte realista, y con eso cumplió con esa estética para dedicarse al fantástico. Ama los buenos finales, los libros que no le toman el pelo al lector y corregir los principios pantufleros, aquellos que arrancar con el personaje levantándose de la cama, solo para lavarse los dientes.
De abuelos con frigoríficos, Painé sabe que la costeleta a la parrilla te zafa el asado, pero, también, sabe de radio y música. En su casa, que estuvo en todos lados, el phillips acompañaba con folclore y rock, depende de quién era el DJ de turno. A los 12 comenzó a militar en el centro de estudiantes del Poli y nunca más paró, así como nunca más paró su pasión por la radio.
Enamorada de las amistades, Painé hizo mucho y todavía le queda más por hacer.
Nació en Buenos Aires, en el barrio de la Boca, pero es de River. Así conoció la hostilidad, aunque en un contexto favorable ya que a River, en esos tiempos, le iba muy bien. Autor de Los monos y de Rosario, no cae aún en el cinismo de pensar que todo está perdido. Según él, lo angustiaba no tener imaginación, hasta que aprendió que se escribe desde lo que uno ve. Enamorado de los disparos que ejecuta y van al arco, del sambayón de San Remo y de los delirios de Ulises, su hijo, ese que aún le habla.
Hizo un año de comunicación social, pero se pasó a ciencias políticas. Ahora conjuga ambas en Cabaret Voltaire, esa rara avis del stream rosarino donde confluyen la política, la historia y las metáforas. Recupera con mucho fervor la palabra y el concepto de tradición, comunidad y heroísmo donde destaca para esto, la película dirigida por Sam Raimi, Spiderman 2.
Fue una hora de charla, amena, cordial y más que variopinta.
Unos días antes de la pueblada que ocasionó el caso Lucio Dupuy, en Santa Rosa, más exactamente en el barrio Butaló, Mariana vio a una madre que le sostenía la mano a su hijo y, como una especie de epifanía, supo que tenía que escribir sobre eso. Cuatro años después salió "Bestias perfectas" su primer libro de no-ficción que aborda el caso Dupuy.
Las obsesiones de Mariana están muy claras, la familia y el trabajo, leyó clásicos de muy pequeña y, en el taller de Claudia Piñeiro, descubrió que ella, por contraste podría decirse, tenía historias que contar.
Fue más que un gusto para nosotros poder hablar con ella y esperamos que sea un gusto, también para ustedes, escucharla.
Creció en una casa sin televisor, lo que la llevó a, muy temprano, meterse en la lectura. Iba a la biblioteca de su escuela y sacaba libros de aventuras. Con el tiempo, se dedicó a escribir y a investigar ese "estado de escritura" que, algunas veces, no es tan feliz. Autora de cinco libros de cuentos, Gabriela nos regaló un cuento que nació de un sueño.
Oriundo de San José de la Esquina, lo mandaron a tenis porque su tío era profesor y el fútbol no era lo suyo. En la adolescencia se metió a leer y más de grande quiso escribir. Junto a algunos colegas y compañeros de la facultad armaron la revista Ubik porque buscaban un lugar donde poder publicar y hoy aprenden eso de diseñar un criterio editorial. Lo enamoran muchas cosas, tantas que le cuesta dormir.
Visitamos Mal de archivo para, entre cafés y meriendas, charlar con los ganadores del premio futurock 2024 Luz Pearson y Pepe Scaserra sobre sus novelas Antártida y San José dormido. Su acercamiento a la escritura, la literatura contemporánea y cómo seguir creando cuando nadie te lo pide.
A finales de la secundaria, Leo empezó a escribir poesía como una forma de sacar su mundo interior a la intemperie. Oriundo de una casa donde había mucho libro y lectura, fueron sus hermanos los que revivieron a ese ex poeta que el sentía que era. Bicho sin dueño es su último poemario, un viaje fluvial, urbano y caluroso por algunas zonas de Santa Fe, uno que es autogestivo y que le está trayendo muchísimas alegrías.
La introducción de "Your latest trick" de Dire Straits y la obra de Pink Floyd, además de discusiones con su hermana, le dieron la pauta de que había algo en el mundo que, inasible, estaba ahí para él. Eso, sumado a un conjunto de obsesiones infanto juveniles, construyeron el mundo que hoy todos podemos disfrutar en sus libros y discos.
Respetuoso de la figura del deportista, sufre muchísimo la escritura y ama tocar música con Ox en Mayo alto. Además, cree que en el metal está el nuevo terreno donde el arte encuentra libertad de acción.
Nacido en Carcarañá, se vino para Rosario a los 13 para cursar en el politécnico. Su madre le metió el bicho de la lectura y también el del piano. Vecino de mi abuela (perdón la digresión pero no sucede todos los días) a Ernesto lo enamora realizar cosas con las manos, en grupo y crear la ilusión de detener, aunque sea por un momento, el inexorable pasar del tiempo.
En la casa de Agustín habían dos libros: el Martín Fierro y, sobre la mesa de luz de su madre, El túnel. Los leyó a los dos pero en la novela de Sábato encontró en la contratapa dos nombres que cambiaron su vida: Kafka y Dostoievsky. De ahí en más todo fue lectura, fútbol y otros menesteres.
Se mete presión a la hora de escribir, pero no a la hora de componer y planifica sus fracasos. ¿Cómo? Sabiendo que algo sale bien alrededor de la quinta vez que lo intenta.
Enamorado de los hijos y los ríos, este mundo propio quedó corto ya que habían demasiados mundos en la charla.
Llegó a su primer libro gracias a los suplementos del diario y ese libro fue "El túnel" de Sábato. De ahí en más leyó cuanto llegaba a sus manos. Hizo su camino de forma autodidacta y, de esa misma forma, intenta difundir la lectura en sus entrevistas en Blender. En Extranjera, su última novela, se pregunta si se puede escapar de lo heredado, así también, le da una voz a una abuela que nunca conoció.
Un mundo propio a domicilio, con Gonzalo Heredia.
De familia con pocos libros pero mucha voluntad para la promover la lectura en ella, Natalia fue una niña escritora de poemas y lectora de cuentos. En la adolescencia, como muchos de nosotros, se dedicó a ser adolescente. Cuando la escritura volvió, la encontró al lado de una amiga que estaba leyendo "Matando enanos a garrotazos" de Laiseca y el resto... es historia.
Una de las cinco autoras de Chanchín, Laiseca el maestro y de tres novelas, recuerda que la frase que fue un quiebre en el taller de Lai fue "esperaba más de vos".
De chico le regalaron un televisor y una videocasatera, más tarde, una maestra de la secundaria le dijo que era el Anticristo en términos nietzscheanos y Felipe fue a leer a Nietzsche. Algo de eso pinta al Lic en filosofía, lector voraz, podcastero, reseñador, coordinador de talleres y, en sus palabras, adolescente trolo gótico.
Felipe lee, piensa y comparte. Arma entramados literarios que publica en su Ig literatura mal y pronto y lo enamora que, en medio de este caos apocalíptico que llamamos realidad, haya tiempo para el sol, el amor y un libro.
De la misma forma que muchos soñaban con ser astronautas o bomberos, Cristian tenía el sueño, desde muy pequeño, de ser escritor. Arrancó leyendo Moby Dick, solo para darse cuenta años después, que era una versión editada por Billiken. Luego se metió con los elige tu propia aventura, pero siempre, por cuidadoso, terminaba muerto.
Una profesora le recomendó hacer un taller literario y él, primero, terminó una carrera para después meterse de lleno en la literatura. Autor de los libros de cuentos Galletitas importadas y Ruidos molestos, se metió con la novela en su última publicación Nuestro peor fracaso donde, arriba de un auto, repasa la relación de un hijo con su padre.
Se hizo lector gracias a los libros que quedaron de su bisabuelo, un vendedor de libros que hacía su negocio en el tren hacia Tucumán. En la secundaria, escribía por obligación y comenzó a destacarse, pero también tocó el piano en distintas obras teatrales de la ciudad. Viajó por todas partes tocando jazz en Berlín, París, Ecuador.
Con Martín Prieto, Oscar Taborda y Richi Guiamet armaron la hoja mensual de poesía y terminó escribiendo contratapas en Página 12.
Ah... y es agrimensor.
Tomás pensó "Lopez, Lopez" como un cuento largo, un viaje circular desde el punto A hasta... bueno, el punto A. Estudió guión en la ENERC y, después, dos años de letras. Según él, debe gran parte de su literatura a "Los expedientes secretos X" y cree que una de las cosas que te transforman en escritor es aceptar, sin enojarse, las críticas de sus pares. Guionista, traductor y docente, nació en 1984, aunque Wikipedia diga otra cosa.
Cuando Eduardo Lopez, dueño (en esa época) del diario El Ciudadano, preguntó quién quería ir a cubrir la guerra en Afganistán, Germán levantó la mano. Días después estaba en Pakistán viendo como cruzar la frontera y negociando su vida con secuestradores. Volvió y se dio cuenta que lo suyo era estar en el quilombo. Así viajó por Venezuela, Méjico, Ucrania, Alemania, etc.
Conocedor de las tramas del submundo criminal, le gusta poder contar las historias de otra forma y siempre tiene una nueva obsesión.
Puede que el mundo haya perdido un gran waterpolista, pero ganó un enorme periodista.
Criado en barrio Hospitales, a los seis años debutó en la varieté familiar de los 25 de diciembre moviéndose, según sus palabras, invertebradamente. Luego llegó el hip hop y, por sobre todo, Michael Jackson. Después de la adolescencia y una carrera de cine, un amigo le recomendó hacer Kung Fu y fue amor. Luego, la danza y nunca más dejó. Ama el cine, el espacio escénico y, por sobre todo, el trabajo colectivo.