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Un Minuto Con Dios
Dr. Rolando D. Aguirre
500 episodes
1 day ago
El éxito revela tanto como la prueba. Cuando las cosas salen bien, aparece la tentación de atribuir el mérito a tu esfuerzo y olvidar la gracia que sostuvo cada paso. Por lo tanto, decide hoy cómo administrarás las victorias para que honren al Señor. Reconoce públicamente a quienes te ayudaron, da gracias en voz alta y comparte lo aprendido con otros. Además, guarda un registro privado de oraciones respondidas para recordar que no llegaste solo. Si te invitan a hablar de tu logro, nombra la providencia de Dios, describe procesos con honestidad y evita exageraciones que alimentan el ego. En casa, celebra con sencillez y cultiva gratitud antes que extravagancia. De este modo, el éxito se convierte en altar y no en ídolo. Cuando surja la comparación, bendice a quienes también prosperan, porque la envidia marchita el alma. Pregunta al Señor cómo usar esta temporada para servir mejor, ya sea abriendo oportunidades para otros o fortaleciendo causas que reflejen su corazón. En conclusión, la humildad protege el testimonio y mantiene la mirada en Cristo. La Biblia dice en Proverbios 27:2: “Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos”. (RV1960).
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El éxito revela tanto como la prueba. Cuando las cosas salen bien, aparece la tentación de atribuir el mérito a tu esfuerzo y olvidar la gracia que sostuvo cada paso. Por lo tanto, decide hoy cómo administrarás las victorias para que honren al Señor. Reconoce públicamente a quienes te ayudaron, da gracias en voz alta y comparte lo aprendido con otros. Además, guarda un registro privado de oraciones respondidas para recordar que no llegaste solo. Si te invitan a hablar de tu logro, nombra la providencia de Dios, describe procesos con honestidad y evita exageraciones que alimentan el ego. En casa, celebra con sencillez y cultiva gratitud antes que extravagancia. De este modo, el éxito se convierte en altar y no en ídolo. Cuando surja la comparación, bendice a quienes también prosperan, porque la envidia marchita el alma. Pregunta al Señor cómo usar esta temporada para servir mejor, ya sea abriendo oportunidades para otros o fortaleciendo causas que reflejen su corazón. En conclusión, la humildad protege el testimonio y mantiene la mirada en Cristo. La Biblia dice en Proverbios 27:2: “Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos”. (RV1960).
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110125-Silencio que escucha
Un Minuto Con Dios
1 minute 38 seconds
1 week ago
110125-Silencio que escucha
El ruido exterior distrae y el ruido interior dispersa. Por eso, el silencio cristiano no es evasión; es disponibilidad para escuchar al Señor. Así pues, aparta quince minutos sin pantalla ni música y disponte con humildad. Respira hondo, repite una oración breve como ancla: “Señor Jesús, ten misericordia de mí”. Permite que la Palabra calme tus pensamientos y haga espacio para la obediencia. Además, lleva una libreta y anota lo que el Espíritu te ponga en el corazón. Por ejemplo, una persona por quien orar, un pecado por confesar o una tarea que debes asumir hoy. Por tanto, no te exijas resultados inmediatos; entrégate a la presencia fiel de Dios. Si la mente divaga, regresa con mansedumbre a la oración inicial y continúa. De modo que el silencio también ordena afectos, expone miedos que escondes, ambiciones que te gobiernan y culpas que debes entregar. Cierra ese tiempo con un acto de obediencia concreto. Es decir, envía un mensaje de ánimo, cancela una distracción, pide perdón o abre la Biblia con tu familia. Recuerda que el silencio que escucha no te aísla; te envía a amar con claridad. La Biblia dice en Salmos 131:2: “En verdad que me he comportado y he acallado mi alma; como un niño destetado de su madre, como un niño destetado está mi alma”. (RV1960).
Un Minuto Con Dios
El éxito revela tanto como la prueba. Cuando las cosas salen bien, aparece la tentación de atribuir el mérito a tu esfuerzo y olvidar la gracia que sostuvo cada paso. Por lo tanto, decide hoy cómo administrarás las victorias para que honren al Señor. Reconoce públicamente a quienes te ayudaron, da gracias en voz alta y comparte lo aprendido con otros. Además, guarda un registro privado de oraciones respondidas para recordar que no llegaste solo. Si te invitan a hablar de tu logro, nombra la providencia de Dios, describe procesos con honestidad y evita exageraciones que alimentan el ego. En casa, celebra con sencillez y cultiva gratitud antes que extravagancia. De este modo, el éxito se convierte en altar y no en ídolo. Cuando surja la comparación, bendice a quienes también prosperan, porque la envidia marchita el alma. Pregunta al Señor cómo usar esta temporada para servir mejor, ya sea abriendo oportunidades para otros o fortaleciendo causas que reflejen su corazón. En conclusión, la humildad protege el testimonio y mantiene la mirada en Cristo. La Biblia dice en Proverbios 27:2: “Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos”. (RV1960).