El mundo que habitas es un regalo que también implica responsabilidad. Por lo tanto, adopta hábitos concretos que honren al Creador y sirvan al prójimo. Reduce desperdicios, reutiliza cuando sea posible y recicla con criterio. Además, cuida el uso del agua y la energía, camina distancias cortas y comparte transporte cuando sea viable. Planta algo que alimente o embellezca tu entorno y enséñales a los niños el gozo de cultivar. De este modo, la mayordomía ambiental deja de ser discurso y se convierte en práctica diaria que refleja amor por Dios y por el vecino. Ora al salir de casa, pidiendo ojos atentos para disfrutar la belleza que el Señor puso a tu alrededor.
Si trabajas en decisiones que afectan recursos, busca datos confiables, escucha a comunidades afectadas y elige lo que promueva justicia y sostenibilidad. Invita a tu iglesia o grupo pequeño a una jornada de limpieza o siembra, y concluyan con lectura de un salmo de alabanza. Cuidar la creación no es moda, es obediencia que reconoce al Dueño de todo. La Biblia dice en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. (RV1960).
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El mundo que habitas es un regalo que también implica responsabilidad. Por lo tanto, adopta hábitos concretos que honren al Creador y sirvan al prójimo. Reduce desperdicios, reutiliza cuando sea posible y recicla con criterio. Además, cuida el uso del agua y la energía, camina distancias cortas y comparte transporte cuando sea viable. Planta algo que alimente o embellezca tu entorno y enséñales a los niños el gozo de cultivar. De este modo, la mayordomía ambiental deja de ser discurso y se convierte en práctica diaria que refleja amor por Dios y por el vecino. Ora al salir de casa, pidiendo ojos atentos para disfrutar la belleza que el Señor puso a tu alrededor.
Si trabajas en decisiones que afectan recursos, busca datos confiables, escucha a comunidades afectadas y elige lo que promueva justicia y sostenibilidad. Invita a tu iglesia o grupo pequeño a una jornada de limpieza o siembra, y concluyan con lectura de un salmo de alabanza. Cuidar la creación no es moda, es obediencia que reconoce al Dueño de todo. La Biblia dice en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. (RV1960).
La Biblia no es un accesorio devocional; es autoridad amorosa sobre tu vida. Someterte a la Palabra implica creerla, entenderla y obedecerla. Lee con oración, estudia con herramientas confiables y practica con humildad. La Escritura no solo informa; transforma. Cuando tu criterio choque con el texto, elige al Rey. Memoriza versos clave, medita en ellos durante el día y compártelos en familia.
Deja que la Palabra interprete tus emociones y trace tus decisiones. La iglesia crece sana donde la Escritura gobierna con gracia. Además, el hambre por la Palabra se alimenta leyéndola, no esperándola. Recuerda: “Cristo camina contigo en cada estación de la vida”. Recibe la paz de Cristo como guardiana de tu corazón. La Biblia dice en 2 Timoteo 3:16–17: “Toda la Escritura es inspirada por Dios… a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (RV1960).
Un Minuto Con Dios
El mundo que habitas es un regalo que también implica responsabilidad. Por lo tanto, adopta hábitos concretos que honren al Creador y sirvan al prójimo. Reduce desperdicios, reutiliza cuando sea posible y recicla con criterio. Además, cuida el uso del agua y la energía, camina distancias cortas y comparte transporte cuando sea viable. Planta algo que alimente o embellezca tu entorno y enséñales a los niños el gozo de cultivar. De este modo, la mayordomía ambiental deja de ser discurso y se convierte en práctica diaria que refleja amor por Dios y por el vecino. Ora al salir de casa, pidiendo ojos atentos para disfrutar la belleza que el Señor puso a tu alrededor.
Si trabajas en decisiones que afectan recursos, busca datos confiables, escucha a comunidades afectadas y elige lo que promueva justicia y sostenibilidad. Invita a tu iglesia o grupo pequeño a una jornada de limpieza o siembra, y concluyan con lectura de un salmo de alabanza. Cuidar la creación no es moda, es obediencia que reconoce al Dueño de todo. La Biblia dice en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. (RV1960).