
Los gruesos muros del Museo Isaac Fernández Blanco protegen tesoros artísticos sorprendentes. Y crean un remanso de silencio en medio de la Ciudad. Hasta que llega la noche y los sonidos provienen del interior. Grabamos muchas horas de silencio para tratar de encontrar los lamentos de una persona que murió hace más de un siglo. Y se siguen oyendo hasta hoy.