Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 31 de octubre. ¿A quién consultas?

Isaías 8:19 NTV: Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?

Este verso de la bendita palabra de Dios no puede ser más claro y contundente. En la mayoría de los casos, cuando las personas pasan por situaciones difíciles, fácilmente terminan recurriendo, como lo dice el verso, a consultar a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos, para que entre susurros y balbuceos digan lo que hay que hacer.

Esta es la realidad de muchas personas que, diciéndose ser creyentes, no han dejado de frecuentar estas prácticas que claramente la Biblia lo dice, pertenecen a la muerte, la oscuridad y literalmente al diablo. Pero esto no termina ahí, el profeta Isaías pregunta con claridad: "¿Acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe?" Y la verdad, eso es lo que deberíamos hacer si nos confesamos creyentes, cristianos, hijos de Dios y espirituales, pedirle a Dios que nos guíe.

Finalmente, el verso termina indagando acerca de la conducta de muchos que piensan que estas prácticas son inofensivas con la siguiente pregunta: "¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?"

Así que si por un lado dices que estás vivo en Cristo, por el otro no puedes estar consultando a los muertos, pues solo de Dios vienen las respuestas y la guía que necesitamos para vivir. Necesitamos volver a la Escritura y, como niños, simplemente despojados de todo orgullo intelectual, reconocer la suficiencia de la bendita palabra de Dios y decididamente obedecerla.

Vamos a orar.

Perdona Señor tantas prácticas espirituales paganas que hemos dejado entrar en nuestras vidas. Perdona por hacer de ellas algo "normal", pues ingenuamente pensamos que son inofensivas cuando en realidad no lo son. Hoy decido buscarte a ti en medio de mi inseguridad y mi indecisión. Te pido que me guíes Señor hacia ti y no me permitas extraviarme más en mis inútiles razonamientos, pues tus pensamientos son tan altos que los míos y solo de ti viene la verdadera paz que tanto necesito. Todo esto te lo pido en el nombre de Jesús, amén.