
Así como la mujer samaritana comprendió que solo en Cristo encontraría agua de vida eterna, somos nosotros ahora los que debemos reconocer que solo Dios es nuestro salvador y que su amor por nosotros ha sido tan grande que se humilló y se abajó para ser uno más entre la gente, pero uno con las cualidades perfectas para llevarnos a la eternidad; ese que con amor tan puro y corazón tan noble, es capaz de esperar prudentemente a que seas tú quien se reconozca con hambre y sed de su presencia, de su amor, de su majestuosidad; solo ahí es cuando te darás cuenta que todos esos vacíos los puede llenar un solo nombre, Jesús!