Seguir el camino de la fe, implica atravesar procesos que muchas veces no entendemos del todo, pero que forman parte del diseño perfecto que Dios tiene para nuestra vida. No se trata solo de avanzar, sino de aprender a permanecer en la fuente correcta: Dios. Él es nuestra guía, nuestro sustento y nuestra esperanza.En medio de las pruebas, los silencios y las demoras, Él sigue obrando. Sus planes no son improvisados ni al azar; son planes con propósito, llenos de sentido, que buscan nuestro bienestar y no nuestro mal. Aunque a veces lo que vivimos parezca lo contrario, podemos tener la certeza de que Dios no se equivoca. Cada proceso tiene una intención divina: enseñarnos, pulirnos y prepararnos para aquello que Él ya vio y soñó para nosotros. Confiar en Sus tiempos es confiar en que aún en lo que no comprendemos, Él está construyendo algo bueno, firme y eterno.