
Quizás no tenemos el poder absoluto para controlar cada cosa que nos pasa, pero tenemos la capacidad de decidir cómo reaccionamos frente a cada situación.
Según varios estudios relacionados con el manejo de las emociones, afirman que es mucho más influyente la reacción que manifestamos ante los acontecimientos que los propios acontecimientos en sí.
No podemos evitar que las circunstancias o las personas con las que nos cruzamos en la vida, quieran dañarnos.
Lo que sí está en nuestro poder es dejar que logren el efecto de dañar o lastimar con sus acciones.
La felicidad no es lo que me pasa, es cómo interpreto lo que me pasa.