
El octavo arquetipo sobre el que conversaremos es Narciso: la encarnación del amor propio y la moraleja social que se nos presenta al trabajarlo. En el mito grecorromano, Narciso se enamora de sí mismo por una maldición y al intentar abrazar a su reflejo en la superficie de un rio, se cae y muere a causa de su «vanidad».
Como arquetipo en este capítulo queremos reconciliar la imagen entregada por el mito. Lo tomaremos como aquella parte de nosotres que simplemente se ama a sí misma, sin vergüenza, y que se diferencia de la personalidad narcisista en el hecho de que no se trata de armarnos una visión inflada y exacerbada, sino en aceptar y querernos tal cual somos.
En una sociedad que muchas veces nos impone la humildad, bajar la cabeza y no hacer aspavientos de nuestros logros para no hacer sentir mal al resto (o para no dar una impresión de egocentrismo), asumir que nos queremos puede llegar a ser muy difícil de aceptar, y es desde esta idea inicial que comenzaremos las reflexiones de este capítulo.
Vamos a hablar de los momentos en los que hemos logrado encuerpar nuestro narciso, las diferencias que hay en quererse sanamente y caer en el egoísmo, y de como nos relacionamos con nuestro reflejo tanto a nivel interno como externo, pasando por la dismorfia corporal hasta las rutinas o rituales de autocuidado que nos hacen sentir mejor en nuestra relación diaria con nuestra cuerpa.
Advertencia de contenido:Este capítulo es 18+, pues contiene lenguaje explícito, referencias a situaciones sexuales y posibles gatillantes en torno a la dismorfia corporal y la autoimagen. Si esto temas son complicados para ti, recomendamos escuchar este capítulo a tu propia discreción.
Te invitamos a bañarte con nosotros en las aguas del amor propio,
haciendo skinny dipping mejor!
– Vale y Simón.